POR ARAGÓN, UNIDOS SOMOS MÁS FUERTES
1º DE MAYO, DIA INTERNACIONAL DE LA CLASE TRABAJADORA
Nos encontramos ante el Primero de Mayo más atípico de la historia contemporánea.
En este 1º de Mayo, Día Internacional de la clase trabajadora, debemos recordar a quienes, dando la cara en sus puestos de trabajo, han contraído el virus, y a todas aquellas personas que han fallecido por causa de la enfermedad. Su esfuerzo será recordado como ejemplo de lucha desinteresada y siempre permanecerá en nuestra memoria.
Gracias a ellos están haciendo posible que nuestro País siga funcionando, aunque en muchos casos suponga exponer su salud y la de sus familias, debido a la falta de Equipos de Protección Individual adecuados o al incumplimiento por parte de algunas empresas de los parámetros de seguridad establecidos.
La clase trabajadora está en primera línea de la crisis sanitaria. Está asumiendo la peor parte, poniendo en riesgo su propia salud, al ser la fuerza laboral que soporta mayor riesgo de contagio en sus respectivos puestos de trabajo. También está en riesgo su futuro laboral y económico, si no se toman las medidas adecuadas para afrontar la más que previsible crisis económica derivada de la pandemia.
Esta crisis sanitaria que estamos atravesando ha puesto de manifiesto que nuestra sociedad debe poner a las personas en el centro. Muchos de esos trabajos, que hoy por fin denominamos esenciales, son trabajos precarios, a tiempo parcial y mal remunerados. Pero en momentos como éste, se pone en evidencia el enorme valor social que tienen muchos trabajos del sector de servicios, especialmente todos los trabajos relacionados con los cuidados, realizados a día de hoy mayoritariamente por mujeres.
Una vez más, como ya ocurriera en la crisis económica de 2008, la Unión Europa está volviendo a demostrar que no es capaz de dar respuestas y alternativas a la ciudadanía. Su prioridad son los llamados mercados, erradicando la soberanía de los Estados que la componen y agudizando las desigualdades entre la Europa del sur y del norte, evidenciando una vez más que es una mera unión comercial entre países. La respuesta que puede provocar esto no es tampoco nada halagüeña, si la ruptura de ese modelo viene liderada por corrientes de extrema derecha.
Los últimos movimientos del Estado español muestran una recentralización en la gestión de los servicios esenciales durante esta crisis. La posibilidad de que dicha recentralización no sea algo coyuntural debe mantenernos alerta, por la negativa repercusión que podría tener en territorios como Aragón. No podemos tampoco olvidar que los distintos gobiernos que se han ido sucediendo en el Estado español han aplicado políticas salvajes de privatización de servicios esenciales como la sanidad, las residencias, las energías, el transporte o el agua. Todo ello con el objetivo de seguir acumulando beneficios en unas pocas manos a costa del esfuerzo y la precarización de las clases populares.
De esta crisis debemos obtener numerosas conclusiones, pero la más importante es que los sectores de servicios públicos y estratégicos no pueden depender de la rentabilidad económica que unos pocos puedan extraer de ellos. La rentabilidad principal de los servicios públicos debe ser la social, y eso sólo puede garantizarse con una gestión pública y con la concienciación y participación de toda la sociedad.
En Aragón, es el momento de que nuestro gobierno cambie de rumbo y apueste decididamente por lo público; por la gestión directa de los sectores estratégicos, por una banca pública que garantice el empleo y la subsistencia de autónomos y de la pequeña y mediana empresa; es momento de poner en marcha un plan de reindustrialización para nuestro País que tenga en cuenta las nuevas circunstancias del mundo actual globalizado y de la emergencia climática.
La anterior crisis ya puso de manifiesto que una economía diversificada es más estable frente a las crisis y que la investigación y el desarrollo de las nuevas tecnologías, junto con la formación, son fundamentales para la creación de puestos de trabajo de alto valor añadido, con sueldos y condiciones laborales dignas.
En cuanto a la negociación colectiva, esta crisis ha puesto de manifiesto que es necesario que las condiciones de los trabajadores y las trabajadoras se negocien en Aragón. La recentralización de la negociación ha supuesto que muchos convenios que afectan a las trabajadoras y trabajadores de servicios esenciales son convenios de ámbito estatal y en algunos casos llevan años sin negociarse.
Exigimos la revisión de estos convenios y trasladar su negociación a Aragón porque nosotros conocemos la realidad de los sectores y de nuestro territorio mejor que otros a más de 300 kilómetros y seremos capaces de mejorar las condiciones laborales.
De poco valdrán los reconocimientos públicos de estos días si los convenios y las condiciones de trabajadoras y trabajadores de servicios esenciales no se adecuan al trabajo que realizan y al valor que aportan a nuestra sociedad.
Es la oportunidad de construir las bases para el Aragón que queremos, es necesario una reversión a la gestión pública de sectores como el agua, la energía, el transporte o la educación, es momento de que nuestros políticos den la talla y defiendan lo nuestro, es momento de que la administración apueste decididamente por las personas de nuestros barrios y nuestros pueblos sin dejar atrás a nadie. Solo así pondremos a Aragón y a sus gentes en el que sitio que se merecen.